La condición física de las personas con sobrepeso que tomaron medicamentos para bajar el colesterol mejoró menos que la de otras personas en un estudio pequeño.
Las estatinas son medicamentos probados que toman millones de personas para bajar el colesterol, pero también podrían entorpecer la capacidad de mejorar la salud cardiovascular de los pacientes con problemas cardiacos mediante el ejercicio, afirman los investigadores.
Un pequeño grupo de personas con sobrepeso u obesidad no consiguieron ninguna ganancia en su condición física que fuera significativa mientras tomaban una dosis de 40 miligramos de simvastatina diaria, aunque otro grupo que no tomaba el medicamento y que realizaba el mismo régimen de ejercicio sí mejoró, halló el estudio publicado en línea como adelanto a la publicación en una edición impresa de la revista Journal of the American College of Cardiology.
“Si usted hace que un grupo de personas haga ejercicio, mejorarán su condición física”, afirmó el autor del estudio, John Thyfault, profesor asociado del Centro de Investigación Clínica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Misuri. “Las mejoras de las personas de nuestro grupo que tomaban estatinas o bien se quedaron estancadas o no se produjeron”.
Este hallazgo podría afectar de manera dramática al modo en que los médicos tratan a los pacientes con problemas cardiacos, de manera particular si se descubre que otro tipo de estatinas tienen el mismo efecto negativo en los beneficios que proporciona el ejercicio, señaló Thyfault.
A las personas con riesgo de ataque cardiaco o con síndrome metabólico (un grupo de factores que aumentan el riesgo de enfermedad arterial coronaria, accidente cerebrovascular y diabetes) a menudo se les recetan estatinas para bajar el colesterol y al mismo tiempo se les aconseja que hagan más ejercicio, afirmó. Se ha probado que tanto las estatinas como el ejercicio, de forma independiente, reducen el riesgo de enfermedad cardiovascular, pero quizá no funcionen bien de forma combinada.
“Las estatinas han salvado vidas, pero pienso que los médicos han de tener cuidado con respecto a quién las recetan y que deberían usarse solo para los pacientes que tengan el riesgo más alto”, comentó Thyfault. “Debemos reflexionar sobre esta cuestión. No es como mucha gente decía, esto es, que deberían poner estatinas en el suministro de agua”.
En el estudio, se asignó a 19 personas con riesgo de enfermedades cardiovasculares un régimen de ejercicio de 12 semanas en el que caminaron y trotaron en la cinta durante 45 minutos, cinco días a la semana. Otras 18 personas siguieron el mismo régimen de ejercicio, pero también se les recetó una dosis diaria de simvastatina, comercializada con la marca Zocor.
Las personas a las que se asignaron solamente los ejercicios experimentaron una mejora del 10 por ciento de su condición cardiorrespiratoria, mientras que la mejora de las que tomaban simvastatina solo alcanzó un 1.5 por ciento, descubrieron los investigadores.
Además, las personas del grupo en que solo se hacía ejercicio experimentaron un aumento del 13 por ciento del “contenido mitocondrial del músculo esquelético”, lo que significa que sus células musculares se volvieron más eficientes en la conversión de la glucosa y el oxígeno en energía. Las personas que toman simvastatina experimentaron un descenso del 4.5 por ciento: sus músculos, en realidad, se volvieron menos capaces de usar energía.
Al mismo tiempo, el medicamento contribuyó a que las personas que lo tomaban redujeran el colesterol. En las personas del grupo del ejercicio y las estatinas, la cantidad total de colesterol se redujo un 29 por ciento y el colesterol LDL “malo” disminuyó en un 38 por ciento, y en las personas del grupo de ejercicio solo no se produjeron cambios significativos ni en la cantidad total de colesterol ni en la del colesterol LDL.
Este estudio debería hacer que se realicen más investigaciones sobre si otras clases de estatinas tienen el mismo efecto o si una dosis menor cambiaría los resultados, afirmó el Dr. Robert Eckel, profesor de medicina en la Facultad de Medicina de la Universidad de Colorado y ex presidente de la Asociación Americana del Corazón (American Heart Association). Eckel no participó en el estudio.
“Esto no me sorprende del todo. Desde hace tiempo se tiene la idea de hacer ejercicio, de tomar estatinas y de las interacciones que hay entre ambos”, señaló Eckel. “El giro inesperado aquí es que la condición física se modifica en función de los efectos del entrenamiento”.
Eckel afirmó que también es muy probable que otras estatinas tuvieran el mismo efecto, ya que todas funcionan de un modo muy parecido.
Al mismo tiempo, es demasiado pronto para que los pacientes con problemas cardiacos dejen de tomar su medicación y se dediquen a hacer ejercicio, añadió.
“Es difícil refutar una gran cantidad de datos que respaldan el efecto benéfico de las estatinas en la prevención de las enfermedades cardiacas”, afirmó Eckel. “Y, en general, no se puede dejar de lado un estilo de vida saludable y decir que si se toman estatinas no hace falta hacer ejercicio. En este momento, yo no le diría a un paciente que se mantuviera inactivo físicamente, pero se trata de algo que es necesario que se siga investigando”.